Si a usted le preguntasen si los niños
pueden aprender a hablar, respondería sin lugar a duda que sí.
Cualquier niño sano puede llegar a
hablar la lengua materna de una manera natural y fluida.
Sin embargo, si preguntásemos si
cualquier niño puede aprender a tocar un instrumento musical,
probablemente la respuesta sería que depende del niño. He aquí una
falsa premisa que gracias a la labor educativa del Doctor Suzuki, un
violinista japonés, y muchos otros docentes se ha podido demostrar
errónea.
Los niños no nacen educados, pero
poseen la capacidad de aprender según reciben estímulos del medio
que les rodea. No existen grandezas o mediocridades heredadas y, en
este sentido, el destino de los niños está en gran parte en las
manos de sus padres y educadores. Decir que un niño no puede
aprender es afirmar el fracaso de profesores y padres en su labor
educadora.
El método Suzuki defiende un aprendizaje positivo y el juego como herramienta. Un niño que se divierte aprendiendo y que es consciente de su progreso desarrolla una alta autoestima y una gran capacidad de aprendizaje.
La insistencia no es un método, más
bien es un impedimento en el desarrollo de la habilidad.
Un niño es una semilla que necesita
fertilizante, agua y luz, es decir, un entorno adecuado. Si tomamos
una semilla en la mano y la gritamos "germina" no lo hará,
porque las condiciones no son buenas.
En este sentido, la sensibilización y
educación musical desde la primera infancia tiene grandes ventajas:
el desarrollo de la coordinación de cuerpo y mente, el desarrollo
emocional e intelectual o la cooperación y trabajo en equipo.
Elija un centro de enseñanza y unos docentes que se adecuen a sus intereses como padres educadores, que les permitan una estrecha colaboración en uno de los proyectos más importantes de sus vidas: la educación y felicidad de sus hijos.
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