- Comprobar que el alma del violín está en su sitio (sobretodo que no esté caida, es decir, que esté suelta en la caja del violín).
- Separación equidistante de las cuerdas desde la cejilla.
- Calidad de la madera del puente (resistente a la presión de las cuerdas)
- Altura y curvatura adecuada del puente respecto al diapasón.
- Clavijas bien ajustadas
- Tensores en buen estado y funcionamiento
Por ello normalmente suelo ir yo misma a buscar violines para mis alumnos que tengan una buena relación calidad - precio y que sean ajustados sólo cuando hace falta. De esta manera no se carga por norma el precio de ajustes innecesarios al cliente.
El arco es parte del violín, y se suele obviar el comprobar su buen estado:
- Mirar que la vara esté recta:
- Comprobar que el mecanismo de tensión funcione adecuadamente. Para ello debemos girar el tornillo situado en el talón sin ejercer demasiada fuerza y hemos de observar cómo la curvatura de la vara va alineándose con las cerdas por la tensión que éstas ejercen.
- Exigir una resina de una calidad aceptable. Para ello se puede abrir y con la uña rascar un lateral. Si nos queda polvillo blanco en la uña es de una calidad aceptable, pero si por el contrario la sensación es de rascar piedra, no es aceptable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario